Repúblicas pragmáticas y la necesidad de la ley
La celebración de la independencia del Perú, de Estados Unidos y de la Revolución Francesa debiera conmemorar también el inicio de la expansión del republicanismo en Occidente. En ese proceso no todo fue idealismo liberal.
En efecto, si la expansión fue ideológica, fue también territorial. Por tanto, este fenómeno, que fundó una nueva relación entre el Estado y el individuo, evidenció además la fusión entre el liberalismo y el interés nacional. La dimensión pragmática de la convicción antiabsolutista revolucionó el sistema internacional.
En efecto, la emergencia de América anticolonial cercenó el dominio global de Europa aunque el sistema, por el poder acumulado en ese continente, siguiera siendo eurocéntrico. Pero ello, esa revolución sistémica, no podía proponer el aislacionismo aunque la Doctrina Monroe así lo indicara luego.
En el proceso de redefinición de la relación entre los nuevos estados republicanos y los viejos estados monárquicos, el pragmatismo fue el articulador del liberalismo político. Así, apoyados en la Ilustración, estadounidenses y latinoamericanos definieron primero su posición frente a los excesos de control económico inglés (en el caso de Estados Unidos) y a la erosión de la monarquía española (en el caso latinoamericano).
Pero luego, la geopolítica y el balance de poder incitaron a los próceres estadounidenses a facilitar la convergencia de intereses con Francia, aún monárquica. Y esta prescindió de su filiación divina para asistir a los independentistas norteamericanos y para suscribir, luego, un acuerdo con Estados Unidos que algunos consideran el único convenio de alianza defensiva suscrito por esta potencia (y que Washington iba a denunciar después).
Así, asociado a la interacción entre el liberalismo y las realidades del poder, aunque reclamando luego el puritanismo ideológico de la doctrina del Destino Manifiesto, Estados Unidos inició su expansión territorial. Para ello emplearía la negociación con las monarquías para obtener Louisiana y Florida de Francia y de España, y también la guerra para conquistar 50% del territorio mexicano.
Mientras tanto, el republicanismo francés enfundado en Napoleón subvertía Europa. Su empuje bélico concluiría con la reacción absolutista y el establecimiento de un nuevo orden europeo en 1815. De ese proceso emergió la Santa Alianza que además de contribuir a la derrota napoleónica, apoyó la restauración de la corona española y su intento de reposicionarse en América.
Si ello contribuyó a generar la Doctrina Monroe, el hecho es que la propuesta de orden consecuente —la esfera de influencia en América— coincidió en el tiempo con el intento de organización latinoamericana expresada en el Congreso Anfictiónico de Panamá. A pesar de su republicanismo, esas órdenes no convergieron.
La influencia del interés en la ideología así demostrado facilitó también el acercamiento de los republicanos latinoamericanos a otra monarquía: la inglesa. Si bien los latinoamericanos no obtuvieron el concurso bélico de Inglaterra, sí lograron apoyo financiero y de otro tipo al amparo del interés estratégico y comercial de esa potencia.
Como resulta evidente, en esta gesta, la relación entre liberalismo y pragmatismo está en la génesis de nuestras repúblicas. Su límite debe estar en la prudencia y la ley.
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